23 febrero 2009

La verdad en la realidad de lo cotidiano

Gisela Ignacio Díaz

Todos los seres humanos, más allá de nuestra posición en sociedad, desarrollamos comúnmente una serie de rutinas cotidianas que van dándole sentido a nuestra vida, somos seres sociales que vivimos con otros y compartimos con éstos nuestro tiempo, nuestras formas de pensar, sentir, actuar y también lo que anhelamos. Nos vivimos cotidianamente en una realidad que por un lado ya existía antes que llegáramos a este mundo, una realidad que fue construida por otros que nos antecedieron, una realidad que curiosamente tenemos el poder de transformar precisamente con éstos. Una realidad que es una verdad evidente y no necesita ser probada, es obvia. A esta realidad Berger y Luckmann (2006)[i] le llaman la realidad de la vida cotidiana.
En la realidad de la vida cotidiana el ser humano encuentra los esquemas tipificados que permiten la acción social y es esta acción social la que también los construye, es algo que comparto con los demás y lo hago precisamente a partir del lenguaje, ya que sin éste sería imposible construir realidades, construir conocimiento y verdades acerca de lo que existe cotidianamente en el mundo.
El análisis que Berger y Luckmann (2006) desarrollan en su obra La construcción social de la realidad, acerca de la realidad de la vida cotidiana, resulta interesante sobremanera y útil para quienes se interesan en el estudio de los fenómenos sociales; los autores muestran como el hombre de la calle vive la vida con el lenguaje que comparte con sus semejantes y construye su realidad social cotidianamente no dudando de la veracidad de sus construcciones, la verdad de la vida cotidiana no es algo que esté en juego, el lenguaje es claro y dotado de sentido común, es objetivo con pautas especificas de modo que la verdad de la vida cotidiana es evidente.
Vivir la realidad de la vida cotidiana nos provee de conocimiento, un conocimiento que surge en el mundo del sentido común y que nos permite relacionarnos, adaptarnos a la realidad y a los demás, de modo que no seamos extranjeros en la comunidad. Un conocimiento que tiene la posibilidad de transmitirse de generación en generación a partir del lenguaje y del cual todos pueden echar mano. Este conocimiento cumple las siguientes funciones:
- Ubica al individuo
- Establece diferenciaciones en la realidad
- Brinda esquemas tipificadores para las rutinas en la vida cotidiana
- Brinda estructuras de relevancia en la vida cotidiana.
El conocimiento en la vida cotidiana se construye a partir del lenguaje que compartimos con otros, un sistema de signos cuyo fundamento está en la capacidad vocal del ser humano y que permite a éste la creación de realidades pero que muestra en su máxima expresión en la realidad del sentido común de la vida cotidiana. Es a partir del lenguaje que es posible trascender el aquí y el ahora, alejarme de la realidad de la vida cotidiana y construir edificios de representación simbólica que llegan a dominar esta realidad de la vida cotidiana como si fueran reinos, los cuales curiosamente evolucionan a partir de la vida cotidiana: la religión, la filosofía, el arte y la ciencia (Berger y Luckmann, 2006).
Estos gigantes que se desprenden de la vida cotidiana son los que van a cuestionar la verdad de esta cotidianeidad, pero para el hombre de la calle, la verdad es evidente y no hay nada que probar.



[i] Berger P. y Thomas Luckman (2006). La construcción social de la realidad. Buenos Aires. Amorrortu.